DÍA 181:
A, Adriana, mi “flaquita”.
El tiempo vuela…y en lo que se siente como un abrir y cerrar de ojos, ya el Mundial de Fútbol ha llegado a los Cuartos de Final.
En vista de ello, hemos querido abordar hoy el tema del deporte, los deportistas, sus “luces y sombras”. Es innegable que el deporte es uno de los grandes inventos sociales de los seres humanos, ya que convierte al planeta en una “aldea global”, donde los habitantes participan en una entusiasta dinámica.
Es un reto, en el cual se pone en juego la habilidad y el esfuerzo físico, mientras se reduce al mínimo la posibilidad de que alguien resulte seriamente dañado.
El “arte”, -o desafío- es que todo esto “ocurra” de manera consensuada, y que el juego se lleve a cabo de manera integra, “limpia”, sin “engaños”.
Para algunos de los que están en este mundo de competiciones, lo anteriormente escrito, pareciera ser un asunto irrelevante, para otros es absolutamente relevante, lo cual nos demuestra que es el deportista, quien puede hacer la diferencia, ya sea en forma positiva o negativa.
Hoy en 365 Días de Valentía Moral, nos referimos al caso emblemático del reconocido ciclista estadounidense, Lace Armstrong, considerado como el mejor ciclista de todos los tiempos, y quien confesara muy posteriormente a sus victorias, que había utilizado sustancias prohibidas para obtenerlas, con lo cual “borró de un plumazo”, la imagen de persona luchadora que se sobrepuso al cáncer, para convertirse en el mejor en su disciplina deportiva.
Fue justamente su “valiente actitud”, lo cual hizo que la conocida banda de Bon Jovi, decidiera colocar la imagen de Amstrong en el videoclip de “We weren´t born to follow”, una persona que a pesar de padecer una enfermedad tan fuerte, y a quien tan sólo le daban un 20 % de posibilidades de vida, consiguió, no sólo superarla, sino llegar a ganar siete Tours de Francia, crear una Fundación Contra el Cáncer, y además, ser reconocido en la historia del deporte de todos los tiempos.
“Esto va para el hombre que no cree en los milagros”, cantaba Bon Jovi, mientras aparecía la imagen de Amstrong, como símbolo de esfuerzo, sufrimiento y triunfo.
Toda esta historia, digna de una película, dio un vuelco de 180 grados, en el año 2013, cuando el propio Amstrong confesó en el programa de Oprah Winfrey,
“Me dopaba por el afán de ganar a cualquier precio".
Para justificar su acción, Amstrong señaló: “todos los ciclistas que participamos en el Tour de Francia, rompimos las reglas y mentimos”.
Esta “confesión” se dio, tres meses después de que la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA), publicara un informe de 202 páginas, en el que acusaba a Armstrong de "montar el programa de dopaje más sofisticado de la historia del deporte".
Fue suspendido entonces de por vida, y recomendaron quitarle los siete títulos del Tour que ganó, que borraran su nombre del archivo de la competencia, y que le fuera retirada la medalla olímpica de bronce que ganó en la prueba contrarreloj de la ruta en Sídney-2000.
Amstrong admitió su culpa...
“Fue una gran mentira que repetí muchas veces. En estos últimos meses, tuve claro que debía decir la verdad. Esta historia fue demasiado perfecta durante mucho tiempo: siete tours ganados, un matrimonio feliz, hijos... En fin, era la historia perfecta, pero no era real".
Su “escándalo” sacudió hondamente las conciencias del mundo deportivo, la de todos los grupos asociados al ciclismo, y las del público en general.
Para algunos académicos y estudiosos, este caso amerita una reflexión de carácter moral. Para otros,como es el ejemplo del documentalista, ganador de un Oscar, Alex Gibney, al conocer el caso de Armstrong, con quien tenía pendiente un contrato de realización de un documental sobre su vida ejemplar, decidió irse por la opción de cambiar la perspectiva original, y en lugar de contar lo “bueno” que era aquel superviviente del cáncer que había transformado las leyes del deporte en Estados Unidos, contar su mentira, relatar cómo Armstrong había sido capaz de engañar a tanto ingenuo y sus razones.
Fue asi como logró que el ciclista volviera a colocarse ante la cámara, y hablara con la verdad, después de tantas mentiras. Surgió entonces el documental “La Mentira de Lance Armstrong”.
Aparentemente, el ciclista sentía que no era suficiente con su don natural, y “necesito” ir más allá de las reglas del deporte. Al querer convertirse en inmortal, cayó de nuevo en el mundo humano. El deporte tiene que ver con el cultivo de las habilidades y con el cumplimiento del antiguo lema de Píndaro “llegara ser el que eres”.
Si un deportista nace con un don natural que le hace destacarse, y utiliza sustancias que son ala par, ilegales e inmorales, esta actuando más allá del lema pindárico, buscando llegar a ser más de lo que es, problema del que algunos autores han mostrado su repercusión dentro y fuera del deporte.
El caso Armstrong nos advierte de la peligrosidad de transgredir los valores inherentes a la práctica deportiva, valores como el respeto por el oponente, por las reglas del juego y también el comportamiento fuera del ámbito deportivo, pues estos hombres y mujeres son seguidos por miles de fans, y tienen la responsabilidad de ser un ejemplo para esos fanáticos que los admiran e imitan.
Y Tú, ¿Puedes Hacer la Diferencia?
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