Día 189:
Marc Chagall, “Mi vida”
“Cuando observaba a mi padre, triste y en silencio, debajo de la lámpara, soñaba con colores más allá de nuestras calles. Toda la poesía de la vida se condensaba en esas imágenes”.
Para nuestro personaje del día, fue un acto de valentía vestir su presente con optimismo, en los difíciles tiempos que le tocó vivir, pero él contaba con las fuentes inagotables de sus sueños, y no se dejó vencer por la tristeza.
Hoy en 365 Días de Valentía Moral, cuando se marca un aniversario más de su natalicio, ofrecemos nuestro tributo, a uno de los mejores pintores y artistas gráficos del siglo XX, Moishe Zakharovich Shagalov, mejor conocido como Marc Chagall, el hombre que hizo arte más allá del lienzo.
Marc Chagall nació en la ciudad de Vitebsk, actualmente en Bielorusia, el 7 de julio de 1887, dentro del seno de una familia judía.
Se dice que renunció a su auténtico nombre (Moishe), para desvincularse del prejuicio que existía contra los artistas judíos, pero lo cierto es que su identidad judía es la base de toda su obra.
Prácticamente todas las imágenes de los cuadros de Marc, están cargadas de simbolismos extraídos del arte popular ruso bizantino, y en muchos de sus lienzos aparecen sinagogas, bodas y cementerios judíos.
Para el Pintor “que nos Enseña a Volar”, como también se le conoce, no fue nada fácil poder salir de su pequeña aldea, para irse a San Petersburgo. Los judíos necesitaban de visados o permisos especiales para salir, pero finalmente logra su objetivo, tras conocer a uno de los máximos defensores de los derechos de los judíos rusos, Máximo Vinaver, un parlamentario ruso, que influyó notablemente en su vida.
El pintor comienza su obra primeramente en en San Petersburgo, sin embargo, en 1910, con 23 años de edad, y después de un largo viaje, llega a París, el lugar donde siempre soñó vivir. Sus inicios fueron difíciles, ya que se sentía perdido, con nostalgia de su aldea, y de su amada Bella, con quien se casaría posteriormente y se convertiría en padre de una niña.
Llama la atención que a pesar de la cantidad de inspiraciones que le proporcionó la ciudad de París, Chagall permaneció fiel a ese mundo de su aldea de Vitebsk, y a sus escenas cotidianas, que se aprecian en muchas de sus obras, que se encuentran exhibidas en los museos más importantes del mundo.
Chagall se volvió un experto en pintar la pobreza, la cual surgia como resultado de combinar colores atractivos, y a veces hirientes, que convertían sus telas en una amalgama de colores. Su trabajo, impregnado de humor y fantasía, encuentra su resonancia en el subconsciente.
Los temas bíblicos del Antiguo Testamento, son el motivo central de las series de aguafuertes ejecutados entre 1925 y 1939, y de los 12 impresionantes vitrales de la sinagoga del Hospital Universitario Hadassah, cerca de Jerusalén (1962).
En 1973 se inauguró el Museo Marc Chagall de Niza, en la Riviera Francesa, para dar cabida a cientos de sus obras bíblicas. Chagall también trabajó tapices, cerámica, mosaicos, ilustración de libros y la litografía, por medio de los cuales derrochó color, forma, tonalidades, ritmo y movimiento a todo gesto gráfico que imprimió.
El poder de la pintura de Chagall, esa maravillosa o milagrosa aptitud expresiva, para desvelar nuestros sentimientos con sus múltiples matices, es lo que permite que se produzca ese retorno a la Tierra Natal de la ausencia, a sentirse en casa, aunque solo sea por un momento.
Los gestos danzantes, ligeros y bailarines que dibujan sus letras y les regalan movimiento, son los mismos que pintan cabras voladoras sonrientes, arrancando notas a las cuerdas de un violín, y los mismos que pintan color y posturas llenas de vida a los acróbatas de un circo. Es la alegría por el deseo satisfecho.
Se puede considerar que Chagall descubrió una ley: la unidad afectiva del mundo, varias formas y colores que se dan cita en una misma impresión, para combinar un sentimiento de fuerza pero también de paz.
Por ello, su obra es poética e imperecedera ante el mundo exterior. No se dejó enajenar su mundo íntimo.
Chagall hace la Diferencia, al ofrecernos una mano tendida en un profundo agradecimiento a la Vida, como una plegaria de esperanza.
De esta manera, el artista se trascendió no sin antes dejarle a la humanidad, un legado de optimismo, colorido, ritmo y movimiento para ser mejores personas. Impidiendo que nos dejemos vencer por la desesperanza aprendida. Un total acto de valentía. Un auténtico sentido a la existencia.
FUENTES
Comité Central Israelita de Uruguay
www.museothyssen.org/thyssen/ficha_artista/153
biografiasyvidas.com/biografia/c/chagall
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