DíA 179:
A Saveria Costanzo Valsecchi
Había una vez, hace mucho tiempo, en la ciudad italiana de Nápoles, una simpática costumbre: cuando alguien había tenido un día excepcionalmente bueno, o estaba de un fabuloso humor, entraba a un café, pedía dos o tres capuchinos, expresos o machiatos, se bebía uno de los cafés… pagaba, y se iba.
Los cafés que esa persona no se había tomado, pasaban a ser los llamados "cafés pendientes", ("il caffé sospeso"), que tal como la palabra lo indica, quedaban “pendientes”, ya cancelados, para que pudieran consumirlos aquellos que no contaban con los recursos económicos para pagarse uno.
Eventualmente, lo que sucedía después, era que alguien, generalmente un indigente, un individuo sin empleo, o un mendigo, entraba y preguntaba: "¿Tiene algún café pendiente?", y el encargado o el mozo del lugar respondía, "sí, claro”, y le entregaba uno de los cafés pagados anteriormente por el generoso cliente. Así se daba que aquellos menos afortunados, tenían la posibilidad de degustar un café caliente y sabroso.
Esta iniciativa solidaria, que data de la Edad Media italiana, resurgió en 2008, allí mismo, en el país donde se originó.
Probablemente, las dificultades económicas enfrentadas por la población europea, tuvieron mucho que ver con el “renacimiento” de tan maravillosa idea, que, a final de cuentas, no es más que una bella y humana forma de SOLIDARIDAD y EMPATÍA; VALORES que parecieran estar en franca decadencia, desde hace mucho tiempo ya.
Adicionalmente, cabe resaltar que “Un Café Pendiente”, siempre ha sido una forma de filantropía anónima, tanto para el que la realiza, como para el que la recibe, lo cual la hace incluso mucho más hermosa.
El éxito ha sido enorme, gracias a su inmensa difusión a través de las redes sociales, siendo miles los locales del mundo, que hoy se suman a la “red”, y que para adherirse, solo basta con anunciárselo a sus clientes.
Conmovido e inspirado en la historia que les sucedió y le contaron los directores cinematográficos, Federico Fellini y Vittorio De Sicca, el escritor Tonino Guerra, escribió "El Café Pendiente".
A continuación transcribimos las líneas del escritor, que reflejan la naturaleza de la iniciativa solidaria, y tocan hasta las fibras más intimas. La Historia del Café Pendiente.
Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas:
Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres pendientes. Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van.
Pregunto : - ¿Cuáles son esos “Cafés pendientes”? Me dicen : - Espera y verás.
Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés y pagan normalmente.
Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés: Tres son para nosotros, y cuatro pendientes. Pagan por siete, se toman los tres y se marchan.
Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos.
Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja: ¿Tienen algún "café pendiente"?
Si bien no sabemos quien invento hace varios siglos, la iniciativa de “Un Café Pendiente”, ni tampoco quien la hizo resurgir en tiempos recientes, lo innegable es que todos los involucrados, Hicieron la Diferencia, y aportaron su pequeño grano de arena a la Humanidad, en el momento en que pensaron y después, llevaron a la acción, una idea solidaria, HUMANA.
Tener la oportunidad de Dar…y Dar, es muy importante, no solo para hacer de este planeta un lugar mas amable, sino para el bienestar de cada uno de nosotros mismos.
Nos encantaría que nos compartieran, si en donde viven existe “Un Café Pendiente”, y cual ha sido su experiencia, en caso de haber estado allí.
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