Qué tienen en común, el Sambódromo de Brasil, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, la Ciudad de Brasilia, y el Memorial de America Latina?
La respuesta es que todos estos lugares emblemáticos fueron diseñados por la misma mente prodigiosa, cuyas obras ademas pueden encontrarse en países como Italia, España e Israel, por nombrar solo algunos.
Hoy, en 365 Dias de Valentia Moral, queremos rendir tributo al Arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, un hombre que supo “sacarle la pulpa a la vida”, y cuando hizo su tránsito a los 104 años de edad en el 2012, dejó un legado fundamental para la posteridad: Ayudar a perfeccionar el espacio de convivencia humana.
Niemeyer es considerado uno de los personajes más influyentes de la arquitectura moderna internacional. Fue un pionero en la exploración de las posibilidades constructivas y plásticas del hormigón armado.
Conocido tambien por el apodo “El poeta de las curvas”, fue un revolucionario de las formas. Forjó su identidad a partir de un gesto geométrico y personal: la línea curva, gracias a lo cual, superó la rigidez racionalista y se diferencio de la mayoría de sus contemporáneos que se inclinaban por el uso de las lineas rectas.
Sobre si mismo Niemeyer afirmaba: "las curvas son la esencia de mi trabajo, ya que son la esencia de Brasil, puro y simple. Soy brasileño antes que arquitecto. No puedo separar ambos aspectos".
"Tiene las montañas de Río de Janeiro grabadas en los ojos", dijo de él Le Corbusier.
Varias de sus obras las materializó durante su exilio en Europa, luego de abandonar Brasil en 1966, tras ser perseguido por los militares que habían tomado el poder. Volvió a su país en los años 80 y le devolvió la alegría con construcciones como el Sambódromo de Río de Janeiro.
Su obra abarca aproximadamente 600 proyectos alrededor del mundo, en más de 70 años de carrera. Sus edificios son considerados obras maestras por la crítica, y se ha hecho acreedor de los Premios Pritzker 1988 y Principe de Asturias de las Artes 1989, entre muchos otros.
Con una profunda conciencia solidaria, el arquitecto, defensor de la libertad a ultranza, fue más allá de sus propias reglas. Y sólo él fue capaz de crear una ciudad entera: Brasilia. Un salto a la modernidad: una ciudad con forma de avión, con residencias, tiendas y oficinas en zonas separadas. Era la primera vez que se construía una ciudad de la nada, fue realizada como símbolo de progreso y como resultado, surgieron otras ciudades alrededor y ayudó a progresar al interior del país. Fue un milagro. Para Niemeyer, era la posibilidad que los trabajadores tambien accedieran al arte.
Ante la pregunta de una periodista sobre “El Memorial de América Latina”, el gran arquitecto contesto: "Es una obra cuya monumentalidad corresponde con la grandeza de sus objetivos: aproximar a los pueblos de esta América tan oprimida y explotada. Sudor, sangre y pobreza marcan la historia de ese territorio tan desarticulado. Ahora es urgente reajustarlo, unirlo y transformarlo en un bloque intocable, capaz de hacerlo independiente y feliz…”
Y es que realmente a Niemeyer le preocupaba el tema de la injusticia social. Mucha de su lectura se oriento en ese sentido.
“Es algo tan esencial. El ser humano contemporáneo tiene que leer mucho para darse cuenta que el mundo prospera en un marco de total injusticia, y que tiene que participar en la búsqueda de un mundo más justo y solidario.. La lectura abre muchas puertas a la gente”.
Oscar Niemeyer representa la Valentía Moral hecha vida, a través de la creación de espacios públicos importantes para la convivencia humana, donde el arte fuera accesible a las mayorías. Hizo la diferencia al consagrar su vida al trabajo canalizándolo en la producción de obras para la Humanidad.
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