"Los lugares más calientes del infierno están reservados para los que se mantienen neutrales en periodos de crisis moral."
John F. Kennedy, 24 junio 1964.
A,
Los Indiferentes y a Todos los que han olvidado la Hermandad y la Solidaridad, en cualquier lugar del Planeta.
En 365 Días de Valentía Moral estamos muy contentos por la acogida tan favorable que están recibiendo nuestras Notas diarias. También es satisfactorio saber que cada día nuevas personas ingresan a nuestra página y eso es un motivo de estímulo. Debido a esto, y respondiendo a la sugerencia de muchos de nuestros lectores, compartimos hoy nuevamente la Nota 47: La Historia de Pericolisto, “Creador de Finales Felices”. Su Valentía Moral: aprender de la palabra SOLIDARIDAD.
“Aunque casi todo el mundo sabe lo que es la Solidaridad, no todos la practican. Aceptar como nuestro el problema ajeno, desprendernos de lo nuestro en favor del otro, es no sólo una virtud sino la única vía de supervivencia que le queda al hombre y al mundo como colectividad. Es hermoso ser solidario por amor pero a falta de esto, y aunque parezca una paradoja, tendríamos que serlo por egoísmo”.
Miguel Delibes en El Libro de la Solidaridad de Jatun Sunqu
Quienes conformamos el equipo de 365 Días de Valentía Moral, consideramos “sagrada” la lealtad a la Humanidad Latinoamericana, la cual entendemos por la capacidad de ser sensibles unos con otros, de convivir unos con otros, y lo más importante, de hacernos sentir y demostrarnos con acciones, unos a otros, que los valores de Hermandad y Solidaridad de los que siempre hablamos son auténticos.
Reciban esta Nota, como una invitación a reflexionar, a cuestionarnos que estamos haciendo frente a acontecimientos que están ocurriendo hoy por hoy en nuestra región.
Pericolisto era un niño rico que llevaba una vida muy tranquila y cómoda, aislado de muchas de las desgracias del mundo. Un día, Perico fue al cine a ver una película que le hacía muchísima ilusión, pero llegó un poquito tarde, justo cuando la taquillera le vendía la última entrada a un niño con un aspecto muy humilde, que llevaba ahorrando semanas para ver la película. Al verse sin su entrada, Perico se enojó muchísimo, y comenzó a gritar y protestar, exigiéndole al niño que le diera su entrada.
-¿Por qué voy a darte mi entrada? He llegado antes que tú y la he pagado- dijo el niño- Pues... ¡porque yo soy más importante que tú! ¡Mírame!, yo soy rico y tú eres pobre, ¿lo ves? - respondió Perico cargado de razón.
Entonces apareció un señor muy distinguido, que se acercó a Pericolisto y le ofreció una entrada diciendo:
- Por supuesto, niño. Tú tienes más derecho que él de ver esta película.
Perico,con tono ostentoso y soberbio, apartó al otro niño y entró al cine. Echó un vistazo alrededor y se sintió muy cómodo cuando vio que la sala estaba llena de niños ricos como él, y se sentó a disfrutar de la película. Pero en cuanto se sentó, se sintió trasportado a la pantalla, y se convirtió en un personaje más, protagonista de muchas historias.
Y en todas aquellas historias, Perico empezaba con pésima suerte: algunas veces sus padres desaparecían, otras, su casa se quemaba y perdían todo su dinero, en otras estaba de viaje en un país cuyo idioma no entendía, otras le tocaba trabajar desde niño para ayudar a criar a un montón de hermanos, otras vivía en un lugar donde todos le trataban como si fuera tonto o no tuviera sentimientos... Y en todas aquellas historias, Perico se esforzaba terriblemente por salir adelante, aunque todo eran dificultades y casi nadie le daba ninguna oportunidad.
Pero igualmente, todas las historias acabaron con un final feliz, cuando un misterioso personaje, rico, sabio y afortunado, le ayudaba a salir adelante y cumplir sus sueños.
Cuando terminó la película y Perico volvió a encontrarse sentado en su asiento, estaba asustado. Pensó que en la vida real, él siempre había sido de aquellos que teniendo suerte, nunca ayudaban a crear finales felices. Se sintió tan mal, que estuvo llorando largo rato en su silla...
Finalmente, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, y salió del cine casi bailando. Estaba contento porque ya sabía a qué se iba a dedicar: sería esa ayuda que necesitan quienes tienen menos suerte, ¡sería creador de finales felices! Y mientras volvía a casa dispuesto a cambiar su mundo, vio a lo lejos al señor distinguido que le había dado la entrada. Era el misterioso personaje que le había ayudado a resolver todas las historias de su película.
Dijo Martin Luther King: "El que acepta pasivamente la maldad está tan involucrado en ella como el que ayuda a cometerla. El que acepta la maldad sin protestar, está cooperando con ella.
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