Amo cómo el teatro comunica grandes pasiones.
Moisés Kaufman
Una cuota perfecta de la sensibilidad en un artista, conjugada con una dosis justa del pragmatismo de un administrador de empresas. Un recorrido por la Universidad Metropolitana de Caracas (Unimet), a las salas de teatro en Broadway, Nueva York.
Esa es la historia de Moisés Kaufman, un joven venezolano que decidió irse hace más de 20 años a estudiar teatro en Estados Unidos, y pudo alcanzar en tiempo récord lo que pocos logran concretar en toda su vida: el famoso “sueño americano”.
La triada de Creatividad, Pasión y Perseverancia garantizan más el éxito que cualquier otra cualidad, como podría ser la inteligencia, el talento o la técnica; así lo decía Martha Graham, una de las coreógrafas más influyentes del siglo XX. Y son precisamente esas cualidades las que distinguen a nuestro personaje del día.
En 365 Días de Valentía Moral, hoy queremos honrar al talentoso Moisés Kaufman y a su obra que ya forman parte del repertorio de las nuevas tendencias del arte contemporáneo.
Sus pininos en las tablas fueron en el grupo de teatro Thespis de la Unimet.
"Cuando me gradué le dije a mis padres que ahí les dejaba el título de Administración porque lo obtuve para ellos, pero lo que yo quería era estudiar esto; fue ahí cuando mezclé los dos oficios por un año mientras resolvía cómo irme, hasta que al año siguiente me vine a la Universidad de Nueva York a estudiar teatro”.
En 1991, fundó su propia compañía,“Tectonic Theater Project”, cuyo nombre alude a la naturaleza estructural y dinámica del arte dramático. Seis años más tarde, Moisés Kaufman hacia su sueño realidad: estrenaba en NY, la obra “Actos Indecentes”, escrita y dirigida por él.
Convirtió los tres juicios de Oscar Wilde en un drama humano e intelectual; creó un novedoso estilo teatral que marcaría al teatro moderno y catapultaría su carrera profesional, como lo advirtieron los críticos estadounidenses.
Hoy por hoy, Kaufman es un “consentido” de Broadway. Incluso Jane Fonda volvió a las tablas tras 40 años de ausencia, para protagonizar su última obra. Pero además de la fama, tal vez podemos decir que lo más valioso del venezolano, ha sido el coraje de ser fiel a sí mismo y a sus sueños.
A pesar de ser una celebridad, un profundo desarraigo le ha tallado el rostro y ha hecho del arte su identidad, su patria:
“Eso me viene por ser judío. Antes era un judío crecido en un país católico, hijo de inmigrantes y artista. Luego, cuando vine a Estados Unidos, me añadieron el adjetivo de latino. Donde quiera que vaya soy un outsider, un hombre de la Diáspora y un rebelde, como dice mi padre”.
Lo cierto es que Moisés Kaufman es un Hombre que ha hecho la diferencia mediante la construcción de la mejor versión de sí mismo al consagrarse apasionadamente al teatro y ahora también al Séptimo Arte.
Ha hecho como los grandes alquimistas: convertir en Arte, todo lo que escribe y dirige.
“Mi anhelo más importante es reinventar lo que es el teatro y como se puede lograr que el teatro sea vigente y mágico y que sea un lugar donde podamos tener la conversación más importante de nuestra sociedad ”.
Moisés Kaufman
Fuentes:
Jacqueline Goldberg
Leticia Berrizbeitia
El Universal / El Espectador